RESPETO
Respeto es tratar humanamente a las personas; reconocer que el otro, desde el punto de vista de la especie, es tan real y semejante a nosotros, y a la vez, si se lo considera como individuo, bastante diferente.
Respeto es tratar de ponerse en el lugar del otro para comprenderlo desde adentro y adoptar, siquiera por un momento, esa otra perspectiva. Significa valorar a los otros como sujetos de derechos, los cuales no sólo merecen nuestro reconocimiento, sino que deben ser protegidos y garantizados por medio de nuestras acciones.
El respeto se da cuando en la interacción se valoran las opiniones, las creencias, los estilos de vida y la autonomía de los demás. Excluye, por lo tanto, el maltrato, la discriminación, la agresión, la humillación, la indiferencia y el desconocimiento de las personas, cualquiera sea su condición.
El pluralismo y la tolerancia son las bases imprescindibles para que surja el respeto. No obstante, considerando que la tolerancia puede llegar a convertirse en indiferencia (dejar que otros hagan con tal de que a mí me dejen en paz), hay quienes proponen un valor positivo que supera la tolerancia: el respeto activo. Es decir, el interés por comprender a otros y por ayudarles a llevar adelante sus planes de vida, a sabiendas de que los más débiles y vulnerables pocas veces están en condiciones de realizarlos por sí mismos. De este modo, el respeto activo se convierte en solidaridad.
El respeto es también un compromiso profundo y decidido con la vida. Es reconocer que somos parte de un maravilloso y complejo proceso natural que, de no ser protegido, destruirá las condiciones necesarias para nuestra sobrevivencia en el planeta.
Comportamientos
Para que el respeto se convierta en una realidad grata en el seno de las entidades distritales y se manifieste tanto en las relaciones interinstitucionales como en la interacción de la administración con la ciudadanía, los servidores y servidoras del Distrito:
Honramos la vida en todas sus manifestaciones y todo lo que contribuya a su desarrollo.
Desarrollamos habilidades de comunicación que nos dispongan al diálogo franco y desprevenido, a escuchar con atención y empatía a los demás, y a entender el pensamiento y los sentimientos de nuestro interlocutor.
Somos cordiales y promovemos la camaradería y el compañerismo.
Reconocemos el trabajo de nuestros compañeros.
Respetamos la vida privada de los demás.
Construimos sobre lo construido.
Somos justos con los ciudadanos y con nuestros compañeros de trabajo.
Promovemos la resolución pacífica de los conflictos.
Propiciamos un ambiente organizacional en donde impere la confianza y se propicie la autoestima y el autodesarrollo.
No juzgamos ni descalificamos a los demás.
No hacemos a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
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